"y estad siempre preparados para responder con mansedumbre y reverencia a cada uno que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros".
1 Pedro 3:15

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lunes, 14 de septiembre de 2009

De crítico a converso

Por Joseph W. Darling

Mi primer contacto con La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días fue cuando conocí a una joven en un baile de un sábado por la tarde en Belfast, Irlanda del Norte. Quedamos en vernos al día siguiente, domingo, y así asistí a mi primera reunión en la Iglesia. Dada la enseñanza religiosa que recibí desde niño, además de mis actividades en dos religiones protestantes, no me dejé impresionar por los Santos de los Últimos Días.
Más aún, cuando los élderes hacían reuniones públicas en la calle, en la forma más amistosa trataba de desconcertarlos argumentando la veracidad de que José Smith hubiera sido un profeta. Seguramente por el interés que había despertado en mí la joven que había conocido, seguí asistiendo a las reuniones religiosas y sociales de la Iglesia,pero seguí oponiéndome a la idea de que José Smith hubiera recibido autoridad divina.
¡Y luego sucedió lo inevitable! Una tarde, en la reunión sacramental, se llamó a un joven misionero que acababa de llegar al campo misional esa misma mañana, para que diera su testimonio. Se veía un poco desaliñado y cansado por el viaje. Habló en ingles con acento alemán, y mientras se paraba para dar su testimonio pensé que era el peor embajador que la Iglesia podría haber llamado.
Simplemente y con mucha humildad narró la historia de josé smith y a medida que las lágrimas corrían por sus mejillas, sin sentir la más mínima vergüenza le creí, mientras mis lágrimas se unían a las de él. Poco tiempo después me bautizaba en Helens Bay, en Belfast.

(Tomado de la Liahona de octubre 1982)

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