"y estad siempre preparados para responder con mansedumbre y reverencia a cada uno que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros".
1 Pedro 3:15

Busqueda

Favoritos

lunes, 21 de septiembre de 2009

Libro Un Escenario para el Libro de Mormon en la Antigua América (Español)

Por John L. Sorenson

El conocimiento que contiene este libro habría
tardado más tiempo en aparecer y tenido alguna otra
forma sin la insistencia y ayuda de algunas personas en
particular. Para 1974, yo llevaba veinticinco años
trabajando en la relación entre el Libro de Mormón y
los datos geográficos y culturales de Mesoamérica,
pero me sentía poco proclive a imponer mis opiniones
al público o a mis colegas. David A. Palmer me
insistió por entonces para que preparara un escrito
explicando y documentando mi opinión; se ofreció a
hacerlo circular privadamente para que un grupo
selecto lo analizara, junto a un artículo que adoptara
una posición diferente. A partir del intercambio de
comentarios, Palmer y otros se convencieron de que mi
material debía conocerse mejor, así que persuadió a
miembros del personal de varias oficinas de la Iglesia
de Jesucristo de los Santos de los Ultimos Días para
que me escucharan. En el otoño de 1975 nos reunimos
una tarde por semana, en Salt Lake City, y presenté
con cierto detalle una versión de lo que está en este
libro.

Jay Todd, director administrativo de la Ensign, que
participó en aquellas sesiones, me invitó a preparar
una serie de artículos para la revista general de la
Iglesia. El y su personal (principalmente Lavina
Fielding Anderson y Lane Johnson) trabajaron
extensamente para mejorar lo que yo producía. Sin la
continua fe del director Todd en la importancia de
nuestro proyecto, yo no habría persistido. Pero no fue
sino hasta 1983 cuando nuestros intentos de que el
material estuviera expresado en condiciones aceptables
para su publicación en la Ensign llegaron a término sin
éxito. Para entonces unas 1.500 fotocopias de una
versión anterior del libro llevaban circulando entre

personas que habían sabido de él por medio de sus
amigos. Parecía claro que su publicación como libro
satisfaría una amplia necesidad.
La Fundación para la Investigación de la
Antigüedad y Estudios Mormones1 se decidió en 1983
a publicar el libro. John Welch y Kirk Magleby han
sido acérrimos partidarios de esta decisión y han
allanado considerablemente el camino. A otros hay que
agradecer el haber puesto las bases para la entusiasta
participación de la Compañía de Libros Deseret2 como
editora junto a F.A.R.M.S.
Sería imposible reconocer expresamente a todos los
que debería dar gracias pero sobresalen algunos:
George Reynolds por A Complete Concordance of the
Book of Mormon3, una valiosa herramienta de trabajo;
Tom Ferguson, por proporcionarme mi primera
experiencia sobre el terreno en Mesoamérica; Hugh
Nibley, por su ejemplo de paciencia e integridad que
me impulsó a no cejar en esta tarea por otras menos
importantes; Ben Alexander, que me enseñó la
importancia de concebir lo inconcebible; mis amigos,
que me han proporcionado el prefacio; los editores,
incluyendo Don Norton y Jack Lyon, por obligarme a
decir lo que yo quería expresar; Kathryn, mi mujer,
que falleció posteriormente, porque nunca se quejó del
tiempo que me costó; y a los arqueólogos, benditos
sean, que siguieron excavando bajo condiciones
absurdas en las que personas más racionales hubieran
optado por la comodidad. Tom Peterson y Steve
Gordon prepararon valiosos mapas, y Gary Gillum
hizo los índices. Si hay fallos en el libro, son
indudablemente debidos a mis propias limitaciones, no
a las de otros. Naturalmente, las opiniones que se
expresan son estrictamente mías y no pretenden
representar las de la Universidad de Brigham Young,
donde yo trabajo, las de la Iglesia de Jesucristo de los
Santos de los Ultimos Días, la Fundación para la
Investigación de la Antigüedad y Estudios Mormones
ni las de la Compañía de Libros Deseret.
Todas las ganancias por los derechos de autor de la
venta del libro irán a la Fundación para la
Investigación de la Antigüedad y los Estudios
Mormones, para que continúe su investigación de las
escrituras.


¿Por qué son los Evangelios tan incompletos en lo que se refiere a los detalles de la vida de Jesús?



Por Richard Lloyd Anderson, Profesor de historia y escritura antigua, Universidad Brigham Young




Solamente un Evangelio comienza haciendo alusión a la grandeza de Jesús en la preexistencia. Únicamente dos Evangelios nos hablan acerca de su nacimiento milagroso. En tres Evangelios se relata solamente una pascua de su vida, permitiendo que el cuarto Evangelio relate los tres años completos de su ministerio terrenal. Es evidente que nunca existió la intención de que esos breves registros fueran biografía; entonces ¿qué se supone que son?
José Smith nos lo aclara al usar el nuevo título: "El testimonio" de Mateo y Juan. Estos cambios en la traducción de José Smith, conocida como la Versión Inspirada, Destacan la naturaleza especial de cada Evangelio.
Cada escritor tuvo fundamentalmente el mismo propósito de Juan, quien fue uno de los Apóstoles escogidos personalmente por Jesús, y cuyo lenguaje está caracterizado por las palabras "testimonio" y "testificar". De todo el Nuevo Testamento, el setenta por ciento de los pasajes en que aparecen estas palabras (maturia y martureo) se encuentran en los escritos de Juan, quien nos da una evidencia de la responsabilidad que sentía con respecto a su misión de testificar al mundo. Para corroborar esto solamente necesitamos comparar el primer capítulo de Juan ("y vimos su gloria" --Juan 1:14) con los primeros versículos de la primera Epístola de Juan ("hemos visto con nuestros ojos ... y palparon nuestras manos" -- 1 Juan 1:1). Este último evangelista habló en nombre de todos, haciendo hincapié en que él escribió "para que creáis que Jesús es el Cristo, el hijo de Dios, y que para que creyendo, tengáis vida en su nombre". (Juan 20:31)
Muchos han llegado a la conclusión de que los escritos de Juan son solamente testimonio y no historia. En realidad, la historia que Juan ha escrito gira alrededor de su testimonio, como lo muestra el nombre: Evangelio. Evidentemente desde el principio los relatos acerca de la vida de Jesús se llamaron Evangelios, pero, ¿por qué? El término griego euanggelion está compuesto con angelia, que significa un "mensaje" o "anuncio" más el prefijo que quiere decir "bueno o favorable". El significado de la palabra evangelio es entonces "buena nueva". Los relatos acerca de Cristo se llamaron Evangelios debido a que predicaban buenas nuevas, o sea, el maravilloso mensaje de que El había vencido la muerte y el pecado. A pesar de que todos los Evangelios difieren en la forma en que dejan establecida esta conclusión, todos la explican en detalle con la historia de la muerte y la resurrección. Por ejemplo, un tercio del Evangelio según Marcos, y casi la mitad del Evangelio según Juan dedican especial interés en relatarnos la última semana de la vida de Cristo.
Cada hecho que podamos aprender acerca de cristo capta nuestro interés, pero lo que El hizo por nosotros ganó nuestra salvación. Los Evangelios no están estructurados en forma biográfica, sino que nos informan de los hechos acerca de Cristo que nos predican su evangelio: que fue enviado por Dios, mostró el poder de Dios en su vida y en sus enseñanzas, dio autoridad a su Iglesia, sacrificó voluntariamente su vida por nuestra vida eterna y que finalmente resucitó para abrir el camino a la resurrección del género humano. Esta magnífica historia representa el bosquejo y el testimonio de los cuatro Evangelios que se encuentran en el Nuevo Testamento.