"y estad siempre preparados para responder con mansedumbre y reverencia a cada uno que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros".
1 Pedro 3:15

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sábado, 24 de octubre de 2009

Lo que los Antimormones no te dicen ... ¿Dónde están las planchas de oro hoy en día?



Por Jack R. Christianson









Pregunta: Si el Libro de Mormón es verdadero, ¿dónde está el manuscrito original (las planchas de oro) de las cuales fue traducido el Libro de Mormón?

La respuesta: ¿Dónde está el manuscrito original de la Santa Biblia? En nuestro conocimiento, no hay ninguno. Aún así, millones de personas continúan creyendo en la Biblia como la palabra de Dios. De hecho, para muchos cristianos hoy en día, la Biblia es lo último, infalible y para siempre. Algunas fuentes, encontradas en la Red, tienen listas de “Los libros más vendidos” que establecen el número de Biblias vendidas a la fecha entre cinco y seis billones de copias.
Cuando se contesta esta pregunta sobre las planchas de oro, sería bueno hacerse otra pregunta. ¿Dónde está el Arca del Convenio que fue usada por el antiguo Israel? Según el libro de Apocalipsis en el Nuevo Testamento, no está escondida en alguna bodega del ejército, como lo describe Steven Spielberg y George Lucas en su película Los Cazadores del Arca Perdida. Se llevó de vuelta a la presencia de Dios. En Apocalipsis 11:19 se lee: “Y el templo de Dios fue abierto en el cielo, y el arca de su pacto se veía en el templo. Y hubo relámpagos, voces, truenos, un terremoto y grande granizo.”
¿Por qué, entonces, es difícil para la gente creerle a José Smith cuando dijo que el ángel Moroni, quien le había dado las planchas de oro, también se las llevó de regreso cuando el trabajo de traducción fue terminado? José Smith registró en su historia, “Cuando el mensajero, de conformidad con el acuerdo, llegó por ellos, se los entregué; y él los tiene a su cargo hasta el día de hoy, dos de mayo de mil ochocientos treinta y ocho” (José Smith – Historia 1:60).
¿Si se tuvieran las planchas de oro en un museo a la vista de los investigadores, haría esto una diferencia en su aceptación del Libro de Mormón como la palabra de Dios? Quizás lo haría para algunos. Sin embargo, para la mayoría, es probable que al ver las planchas no necesariamente aumentaría su creencia de la historia de la aparición del Libro de Mormón. Los museos modernos y las galerías están llenos de artefactos que dan evidencia física de acontecimientos históricos que muchos no creen, porque han sido enseñados de manera diferente. Por ejemplo, hay personas que no creen que ocurrió el Holocausto. Estas personas afirman que no es más que propaganda estadounidense. ¿Por qué? Porque a estas personas les enseñaron en su juventud que los norteamericanos estaban tratando de lavarle el cerebro al mundo, al hacerles creer que eso en realidad tuvo lugar. Pero, ¿cómo la gente no puede creer cuando ellos miran la evidencia y escuchan las historias de aquellos que lo vieron, lo vivieron y perdieron a sus familias en ello?
¿Es lo mismo con las planchas de oro y aquellos que las vieron, las sostuvieron y aún, murieron o perdieron a miembros de su familia a causa de ello? ¿Alguna vez se le habrá ocurrido al lector que todo lo que José y Hyrum Smith tenían que decir era que ellos realmente no vieron el ángel y realmente no habían planchas de oro? Esto habría salvado sus vidas de las manos de sus asesinos. Todo lo que José tenía que decir era que estaba bromeando. Que él no vio al Padre y al Hijo. Que, él no vio visiones y que el Libro de Mormón no era verdadero; todo fue un engaño. En su lugar, lo que él dijo fue, “Yo efectivamente había visto una luz, y en medio de la luz vi a dos Personajes, los cuales en realidad me hablaron; y aunque se me odiaba y perseguía por decir que había visto una visión, no obstante, era cierto; y mientras me perseguían, y me vilipendiaban, y decían falsamente toda clase de mal en contra de mí por afirmarlo, yo pensaba en mi corazón: ¿Por qué me persiguen por decir la verdad? En realidad he visto una visión, y ¿quién soy yo para oponerme a Dios?, o ¿por qué piensa el mundo hacerme negar lo que realmente he visto? Porque había visto una visión; yo lo sabía, y sabía que Dios lo sabía; y no podía negarlo, ni osaría hacerlo; por lo menos, sabía que haciéndolo, ofendería a Dios y caería bajo condenación” (José Smith – Historia 1:25).
Si las personas escogen no creerle a aquellos quienes fueron martirizados por sus testimonios (José y Hyrum Smith), eso es una cosa, pero ¿por qué es difícil creerle a otros, quienes no ganan nada al dar sus testimonios al mundo que las planchas eran reales? Por lo menos once hombres, aparte de José y Hyrum, vieron y tocaron las planchas, pero muchas personas se burlaron de su testimonio. En cualquier marco legal, ¿no sería suficiente el testimonio de once testigos para demostrar un caso? ¿Por qué no con el Libro de Mormón? El apóstol Pablo enseñó, “Por boca de dos o de tres testigos se decidirá todo asunto” (2 Corintios 13:1). Entonces, ¿por qué un creyente de la Biblia no aceptaría el testimonio de once individuos? Esto no tiene sentido.
En las primeras páginas del prefacio del Libro de Mormón, el testimonio de los Tres Testigos – Oliver Cowdery, David Whitmer, y Martin Harris – es dado con claridad. Después de su testimonio de las planchas de oro, sigue el testimonio de los Ocho Testigos - Christian Whitmer, Jacob Whitmer, Peter Whitmer, hijo, John Whitmer, Hiram Page, Joseph Smith, padre, Hyrum Smith y Samuel Smith. Sus testimonios se leen como sigue:

EL TESTIMONIO DE TRES TESTIGOS

“Conste a todas las naciones, tribus, lenguas y pueblos, a quienes llegare esta obra, que nosotros, por la gracia de Dios el Padre, y de nuestro Señor Jesucristo, hemos visto las planchas que contienen esta relación, la cual es una historia del pueblo de Nefi, y también de los lamanitas, sus hermanos, y también del pueblo de Jared, que vino de la torre de que se ha hablado. Y también sabemos que han sido traducidas por el don y el poder de Dios, porque así su voz nos lo declaró; por tanto, sabemos con certeza que la obra es verdadera. También testificamos haber visto los grabados sobre las planchas; y se nos han mostrado por el poder de Dios y no por el de ningún hombre. Y declaramos con palabras solemnes que un ángel de Dios bajó del cielo, y que trajo las planchas y las puso ante nuestros ojos, de manera que las vimos y las contemplamos, así como los grabados que contenían; y sabemos que es por la gracia de Dios el Padre, y de nuestro Señor Jesucristo, que vimos y testificamos que estas cosas son verdaderas. Y es maravilloso a nuestra vista. Sin embargo, la voz del Señor nos mandó que testificásemos de ello; por tanto, para ser obedientes a los mandatos de Dios, testificamos estas cosas. Y sabemos que si somos fieles en Cristo, nuestros vestidos quedarán limpios de la sangre de todos los hombres, y nos hallaremos sin mancha ante el tribunal de Cristo, y moraremos eternamente con Él en los cielos. Y sea la honra al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo, que son un Dios. Amén.”

EL TESTIMONIO DE OCHO TESTIGOS

“Conste a todas las naciones, tribus, lenguas y pueblos, a quienes llegare esta obra, que José Smith, hijo, el traductor de ella, nos ha mostrado las planchas de que se ha hablado, las que tienen la apariencia del oro; y hemos palpado con nuestras manos cuantas hojas el referido Smith ha traducido; y también vimos los grabados que contenían, todo lo cual tiene la apariencia de una obra antigua y de hechura exquisita. Y testificamos esto con palabras solemnes, y que el citado Smith nos ha mostrado las planchas de que hemos hablado, porque las hemos visto y sopesado, y con certeza sabemos que el susodicho Smith las tiene en su poder. Y damos nuestros nombres al mundo en testimonio de lo que hemos visto. Y no mentimos, pues Dios es nuestro testigo.”
Hasta el día de su muerte, cada uno de estos testigos sostuvo con firmeza lo que ellos habían testificado que era verdad con relación al Libro de Mormón. Un factor notable que agrega validez a su testimonio, es que muchos de ellos, incluyendo a los tres de los Tres Testigos, se volvieron sin afecto para José Smith y la Iglesia. Dos de los tres, Oliver Cowdery y Martin Harris, eventualmente retornaron a la Iglesia y murieron como miembros fieles. Pero, aún David Whitmer, quien no superó sus diferencias personales con José Smith, nunca negó el testimonio que dio dentro del Libro de Mormón.
Dos años antes de su muerte en 1875 y luego de nuevo en su lecho de muerte, Martin Harris dio este testimonio: “Yo digo que el ángel me enseñó las planchas conteniendo el Libro de Mormón….Yo firmemente creo y sé que José Smith fue un profeta de Dios” (Saint’s Herald, 22:630).
Un año y medio antes de su muerte, después de reintegrarse a la iglesia, Oliver Cowdery se dirigió a una gran audiencia para hablar sobre el Libro de Mormón. Dijo, “Yo contemplé con mis ojos, y toqué con mis manos, las planchas de oro de las cuales éste fue traducido. También contemplé los intérpretes. Este libro es verdadero” (Anderson, Investigating the Book of Mormon Witnesses, página 61). Una docena de parientes de Oliver dejaron memorias de sus últimos momentos, cuando él le aseguró a su esposa, hija, y a miembros cercanos de la familia, su amor por Cristo, de la veracidad del Libro de Mormón, y de la realidad de la restauración del sacerdocio (véase Book of Mormon Reference Companion, página 790).
David Whitmer vivió hasta 1888. Fue un hombre respetable de negocios en Richmond, Missouri. Allí él fue entrevistado frecuentemente por periodistas que buscaban información sobre su testimonio publicado en el Libro de Mormón. Él publicó numerosas declaraciones reiterando su testimonio del Libro de Mormón y explicando porqué él creyó que José Smith había perdido su don de inspiración. En el último año de su vida, él corrigió relatos de enciclopedia que afirmaban que los tres testigos renunciaron a su testimonio escrito. Él declaró, “Diré una vez más a toda la humanidad, que yo nunca he, en ningún momento, negado que ese testimonio o cualquier parte de eso” (Whitmer, An Address to All believers in Christ, página 8). En las últimas horas de su vida, él siguió el modelo establecido por Oliver y Martin; él compartió su testimonio que el Libro de Mormón fue dado por Dios.
Antes de analizar los testimonios de los Ocho Testigos, sería bueno mirar un versículo sencillo en el libro de Mateo, en el Nuevo Testamento. Jesús dijo una parábola de un versículo que tiene importancia para los Santos de los Últimos Días sobre los Tres Testigos. Mateo escribió, “Otra parábola les dijo: el reino de los cielos es semejante a la levadura que tomó una mujer, y escondió en tres medidas de harina, hasta que todo fue leudado.” Mateo 13:33. ¿Son las tres medidas de levadura escondidas que leudan el reino de los cielos, los Tres Testigos del Libro de Mormón?
El élder Bruce R. McConkie, haciendo comentarios de esta parábola, se refirió a una declaración hecha por el profeta José Smith: “Aunque la parábola de la levadura se aplica al crecimiento de la fe y el testimonio en los corazones de los hombres de cualquier edad, también tiene una aplicación específica en el establecimiento del reino de los últimos días. ‘Se debe entender,’ el profeta José Smith explicó, ‘que la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días ha tomado su crecimiento de un poco de levadura que fue puesta en tres testigos. ¡Contemplen, cuánto se parece esto a la parábola! Rápidamente hace crecer la masa, y pronto crecerá todo” (Doctrinal New Testament Commentary, página 299; Smith, Teachings, 1977, página 100).
José Smith, padre, Hyrum Smith y Samuel Smith, todos murieron fieles en la Iglesia y nunca negaron sus testimonios del Libro de Mormón. De hecho, ambos, Hyrum y Samuel, dejaron sus vidas por sus testimonios. Miembros de la familia Whitmer, incluyendo a Hiram Page, fueron a sus tumbas proclamando la veracidad de las planchas y la naturaleza divina del Libro de Mormón – aún cuando cuatro fueron excomulgados de la Iglesia (véase Book of Mormon Reference Companion, página 791).
¿Por qué cualquiera que haya estudiado las vidas y testimonios de estos once hombres no tomaría en serio la existencia de las planchas de oro y la validez del Libro de Mormón? Quizás, por lo menos en parte, la razón puede explicarse por una historia de las escrituras del Nuevo Testamento y un versículo del Libro de Mormón.
“Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino fino, y hacía cada día banquete con esplendidez. Había también un mendigo llamado Lázaro, que estaba echado a la puerta de aquél, lleno de llagas, y ansiaba saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico; y aun los perros venían y le lamían las llagas.”
“Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado. Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno.”
“Entonces él, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque soy atormentado en esta llama.”
“Pero Abraham le dijo: Hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro también males; pero ahora éste es consolado aquí, y tú atormentado.”
“Además de todo esto, una grande sima está puesta entre nosotros y vosotros, de manera que los que quisieren pasar de aquí a vosotros, no pueden, ni de allá pasar acá.”
“Entonces le dijo: Te ruego, pues, padre, que le envíes a la casa de mi padre;”
“Porque tengo cinco hermanos; para que les testifique, a in de que no vengan ellos también a este lugar de tormento.”
“Y Abraham le dijo: A Moisés y a los profetas tienen; óiganlos.”
“El entonces dijo: No, padre Abraham; pero si alguno fuere a ellos de entre los muertos, se arrepentirán.”
“Mas Abraham le dijo: Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se levantare de los muertos.”
El versículo treinta y uno muestra mucho sobe la tendencia humana. Si las personas no le creyeron a Moisés y a los otros profetas (u once testigos), ¿por qué le habrían de creer a José Smith, aún si les hubiera mostrado las planchas de oro o las hubiera puesto en exhibición en un museo? Seguramente no lo harían. Jesús enseñó en esta parábola que aún si alguien viniera de entre los muertos, sería difícil para muchos creer. (Más adelante se discutirá lo qué han dicho algunos de los profetas bíblicos sobre el Libro de Mormón y su aparición en los últimos días.)
En el Libro de Mormón se aprende un principio similar al que se enseña en Lucas 16 sobre Lázaro y el hombre rico. “Porque en aquel día hará el Padre, por mi causa, una obra que será una obra grande y maravillosa entre ellos; y habrá entre ellos quienes no lo creerán, aun cuando un hombre se lo declare.” (3 Nefi 21:9).

1 comentario:

Anónimo dijo...

Tanta palabrería para indicar que las planchas no existen. Nada tienen que ver los manuscritos bíblicos originales y/o el arca del convenio, sólo utlizan esos ejemplo para desviar la atención respecto a la supuesta existencia de tales tablas. En fin, historias engaña bobos para quitarles su dinero.