"la cultura Maya es de una forma u otra Babilónica"
Todo comienza por obra y gracia de la casualidad que se empeña en gobernar el mundo; fue por azar que un día Mariann descubrió unos extraños puentes que parecen unir la lengua magiar y la de los mayas.
Todo comenzó la vez que Mariann Horn Windisch de Pluer llegó a México y decide visitar Yucatán. La acompañaba su madre, quien no sabía una palabra de español. Sin embargo, en su viaje encontró a un grupo de yucatecos con los que entabla amistad y ricas conversaciones en aquellas tardes calurosas del verano. Durante las pláticas en español, salpicadas de palabras de origen Maya, la madre de Mariann parece entender no sólo el significado de esos vocablos, sino el hilo general de la conversación. La sospecha de que esto sucede así se convierte en certeza y luego en sorpresa mayúscula al responder la señora en su lengua materna, el húngaro, a lo dicho por los demás en el idioma de Cervantes. ¿Cómo es posible este prodigio, que cualquiera con poca información hubiese adjudicado al famoso “don de lenguas” que —dicen— sólo unos cuantos, entre ellos los santos, poseían en la Edad Media? Mariann queda intrigada, pero no se conforma con las apariencias. Por eso decidió investigar lo que pasaba y, poco a poco, con esa constancia, con esa obsesión que suelen tener las mentes brillantes, va encontrando un hilo conductor: el húngaro y el maya tienen puntos de contacto. Entonces comenzó un trabajo que duró 30 años y que hace unas semanas rindió frutos bajo la forma de un documentado-libro, cuyo título es El secreto de la palabra; texto que reúne un saber misterioso, donde la palabra juega el papel principal como protagonista de la “Historia”, con mayúscula, y también de esta —no menos importante— historia personal. La investigadora nacida en Budapest y radicada en México desde los años setenta, hace un análisis exhaustivo de las dos lenguas y descubre que, por ejemplo, la palabra Kukulcán tiene que ver mucho con la lengua de los celtas, y que la adoración de la Serpiente Emplumada encaja sus raíces en otro continente, nada menos que en India. Pero la señora Horn descubrió otros puentes, otro pasos secretos y misteriosos entre las lenguas: “el magiar y el maya son palindrómicos”, aseguró. Y dió otro ejemplo de esta conexión: “la palabra ombligo se dice Tusch en maya, pero si se invierte se vuelve Chut, que en magiar se escribe Csutka, que se pronuncia parecido al maya y que significa punto central”. invitación. El libro El secreto de la palabra será presentado el 1º de abril a las 19:00 en el Salón Chapultepec del Hotel Metropol (Luis Moya 39, casi esquina con Artículo 123, Centro Histórico). * Piedra de sol se dice Napko en magiar En cuanto a la palabra Maya Hunapku (Dios mayor) explicó: “Hun en maya significa primero; Nap quiere decir Sol en ese idioma prehispánico y tiene igual significado en húngaro. Ku se sabe que es Dios en lengua de los mayas o también Pirámide, y que Kó significa piedra en húngaro. Es sabido que no sólo los mayas, sino otros grupos indígenas nombraron sus pirámides como Ku-s”. Y Mariann aportó más elementos: “La Piedra del Sol en húngaro es Napko, y esta palabra es nacida del nombre del primer dios solar Hu-Napku”. Luego recuerda que Eulalia Guzmán, la antropóloga mexicana, descubrió que “existen palabras mayas comunes del idioma chino. Es decir, que sus léxicos lunares se derivan de una lengua antigua y que debe ser una lengua naga, de India. De acuerdo con esto la lengua maya es el naga-maya, acerca de la cual tenemos el dato que por última vez se habló en Babilonia. Por esa y por otras razones se puede decir que la cultura Maya es de una forma u otra Babilónica.”
FUENTE: http://www.cronica.com.mx/notas/2004/116817.html
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